El instrumento de la marginalidad y la negación del crimen organizado en el Conurbano.
En contraposición al discurso sostenido de los candidatos opositores en campaña que enarbolan el problema de la inseguridad para coptar votos, se encuentra cierto sector del oficialismo con su abrumadora minimización del tema.
No obstante, las partes coinciden en atribuir la mucha o poca inseguridad a una sola situación. De éste modo, hablan de la inequidad en la distribución del ingreso, los bajos sueldos, la falta de empleo y en gran medida, la pobreza. Entonces, al limitar el problema, lo banalizan. Se construye un reduccionismo que se instala en una sociedad desconcertada y a la deriva.
La sociedada argentina, desbordada de promesas y noticias de progreso cuando en realidad, al recorrer las calles, el paisaje está plagado de parias. Parias, que no solo son pobres. Individuos al acecho dispuestos a todo para obtener aquello que no poseen y aún más. Que buscan salir del simple bandolerismo o pillaje para convertirse en profesionales del crimen organizado, dado que poseen herramientas, contactos y todo un bagaje de conocimiento que los avala. Parias mentales por la vía que utilizan para posicionarse. Perversos estrategas.
No son como los pobres ya sumidos en el pauperismo que adolecen de educación y posibles ambiciones que no sean más que la de tener un plato de comida en la mesa. De estos últimos, se aprovecha el gobierno de turno. Escudándose en ellos para tapar la peligrosidad de los primeros. Lo cual demuestra el desconocimiento en las formas de combatirlos. A pesar, claro está, de los proyectos y los planes supuestamente en marcha.
Por lo tanto, la marginalidad se presenta como el instrumento argumentativo más utilizado para justificar el caos al que asiste la Provincia de Buenos Aires.
Pues así lo revela el Ex-ministro de Seguridad de la Provincia, Doctor León Arslanian en una nota concedida a la Revista La Tecla del 8 de marzo de 2008, número 196. Allí textualmente dice: “Creo que en la Provincia el diagnóstico es claro. Hay una situación de marginalidad y de exclusión social que gravita seriamente sobre el problema de la inseguridad.”
Se infiere que para él, inseguridad y pobreza conforman una dialéctica: Hay inseguridad porque existen pobres y hay pobres porque hay inseguridad. Alude a que todas las variables económicas funcionan correctamente. En sus términos “magníficamente.”
No obstante declara: “Ni el derrame, ni las políticas asistenciales, ni la mejor distribución del PBI resuelven el tema de la exclusión, que es profundamente cultural.”
Conceptos refutables aunque muy bien manejados para penetrar en la conciencia colectiva. Porque si algo no se le puede negar al Ministro, es la astucia de su razón. Una razón que la acomoda conforme al momento y al estado de situación que se vive en ese instante. Cuando le convino importar el lejano fenómeno de las maras al país lo hizo.
En cambio, ahora que el estado embrionario de maras es visible en Argentina, lo niega y establece por una cuestión de deducción que la inseguridad es un problema cultural. Es decir, si la exclusión social es un problema cultural, por ende, la inseguridad que producen los pobres, es cultural. Los marginados representan en el imaginario de Arslanian la verdadera causa de la inseguridad bonaerense y por qué no, nacional. Una culturización extraña pero recurrente en su retórica.
De un tiempo a esta parte la inseguridad se volvió funcional a la oposición y la pobreza funcional a la justificación de esa inseguridad. Ni unos ni otros profundizan con rigor. Como si existiese en el interior de cada uno de ellos una fuerte resistencia a descubrir la génesis del problema para sacar a la sociedad de la opacidad en la que se encuentra sumida.
Internas absurdas, y discusiones insubstanciales crean un espacio propicio para que el estado potencial de maras que flota sobre Argentina se concrete. Estado que parece concentrarse en la Provincia de Buenos y en el norte del país. Razón por la cual, si se continúa por el camino de la negación y la indiferencia de quienes están a cargo, la concreción será inmediata. Ningún tema se puede subestimar. El de las maras es uno de ellos.
La inseguridad no es un problema de izquierda o derecha. Simplemente, es un problema. Y como tal, debe ser abordado con inteligencia y astucia. Arslanian posee todos estos condimentos. Además de una fuerte capacidad de trabajo. Sin embargo, en sus declaraciones, es como si olvidase su razón y en lugar de informar sobre el verdadero trasfondo que nos cobija desinforma trocando los hechos. Acomodándolos a favor del Gobierno Provincial. Aquel que ha mostrado varias y comprometidas imprecisiones por negar concientemente la vigencia del terrorismo del narco en la zona.
En síntesis, hay un panorama atroz de violencia e inseguridad producto de la emergencia del crimen organizado en el Conurbano. Pero también, existe otro paisaje. El light. El que solo se encuentra, en el imaginario propuesto e instalado por Arslanian.
En contraposición al discurso sostenido de los candidatos opositores en campaña que enarbolan el problema de la inseguridad para coptar votos, se encuentra cierto sector del oficialismo con su abrumadora minimización del tema.
No obstante, las partes coinciden en atribuir la mucha o poca inseguridad a una sola situación. De éste modo, hablan de la inequidad en la distribución del ingreso, los bajos sueldos, la falta de empleo y en gran medida, la pobreza. Entonces, al limitar el problema, lo banalizan. Se construye un reduccionismo que se instala en una sociedad desconcertada y a la deriva.
La sociedada argentina, desbordada de promesas y noticias de progreso cuando en realidad, al recorrer las calles, el paisaje está plagado de parias. Parias, que no solo son pobres. Individuos al acecho dispuestos a todo para obtener aquello que no poseen y aún más. Que buscan salir del simple bandolerismo o pillaje para convertirse en profesionales del crimen organizado, dado que poseen herramientas, contactos y todo un bagaje de conocimiento que los avala. Parias mentales por la vía que utilizan para posicionarse. Perversos estrategas.
No son como los pobres ya sumidos en el pauperismo que adolecen de educación y posibles ambiciones que no sean más que la de tener un plato de comida en la mesa. De estos últimos, se aprovecha el gobierno de turno. Escudándose en ellos para tapar la peligrosidad de los primeros. Lo cual demuestra el desconocimiento en las formas de combatirlos. A pesar, claro está, de los proyectos y los planes supuestamente en marcha.
Por lo tanto, la marginalidad se presenta como el instrumento argumentativo más utilizado para justificar el caos al que asiste la Provincia de Buenos Aires.
Pues así lo revela el Ex-ministro de Seguridad de la Provincia, Doctor León Arslanian en una nota concedida a la Revista La Tecla del 8 de marzo de 2008, número 196. Allí textualmente dice: “Creo que en la Provincia el diagnóstico es claro. Hay una situación de marginalidad y de exclusión social que gravita seriamente sobre el problema de la inseguridad.”
Se infiere que para él, inseguridad y pobreza conforman una dialéctica: Hay inseguridad porque existen pobres y hay pobres porque hay inseguridad. Alude a que todas las variables económicas funcionan correctamente. En sus términos “magníficamente.”
No obstante declara: “Ni el derrame, ni las políticas asistenciales, ni la mejor distribución del PBI resuelven el tema de la exclusión, que es profundamente cultural.”
Conceptos refutables aunque muy bien manejados para penetrar en la conciencia colectiva. Porque si algo no se le puede negar al Ministro, es la astucia de su razón. Una razón que la acomoda conforme al momento y al estado de situación que se vive en ese instante. Cuando le convino importar el lejano fenómeno de las maras al país lo hizo.
En cambio, ahora que el estado embrionario de maras es visible en Argentina, lo niega y establece por una cuestión de deducción que la inseguridad es un problema cultural. Es decir, si la exclusión social es un problema cultural, por ende, la inseguridad que producen los pobres, es cultural. Los marginados representan en el imaginario de Arslanian la verdadera causa de la inseguridad bonaerense y por qué no, nacional. Una culturización extraña pero recurrente en su retórica.
De un tiempo a esta parte la inseguridad se volvió funcional a la oposición y la pobreza funcional a la justificación de esa inseguridad. Ni unos ni otros profundizan con rigor. Como si existiese en el interior de cada uno de ellos una fuerte resistencia a descubrir la génesis del problema para sacar a la sociedad de la opacidad en la que se encuentra sumida.
Internas absurdas, y discusiones insubstanciales crean un espacio propicio para que el estado potencial de maras que flota sobre Argentina se concrete. Estado que parece concentrarse en la Provincia de Buenos y en el norte del país. Razón por la cual, si se continúa por el camino de la negación y la indiferencia de quienes están a cargo, la concreción será inmediata. Ningún tema se puede subestimar. El de las maras es uno de ellos.
La inseguridad no es un problema de izquierda o derecha. Simplemente, es un problema. Y como tal, debe ser abordado con inteligencia y astucia. Arslanian posee todos estos condimentos. Además de una fuerte capacidad de trabajo. Sin embargo, en sus declaraciones, es como si olvidase su razón y en lugar de informar sobre el verdadero trasfondo que nos cobija desinforma trocando los hechos. Acomodándolos a favor del Gobierno Provincial. Aquel que ha mostrado varias y comprometidas imprecisiones por negar concientemente la vigencia del terrorismo del narco en la zona.
En síntesis, hay un panorama atroz de violencia e inseguridad producto de la emergencia del crimen organizado en el Conurbano. Pero también, existe otro paisaje. El light. El que solo se encuentra, en el imaginario propuesto e instalado por Arslanian.